Valencia
13/10/2012 12:28:00 a.m.
Elisa Abadí habla de su “expresionismo tropical” basado en temas venezolanos
“Pinto lo que me duele y admiro”
A Elisa Abadí no le gusta que la llamen artista plástico, prefiere que le digan pintor. Desde siempre ha sido muy rebelde, y así lo ha dejado ver en sus obras, en las que aborda lo político, lo religioso, y su entorno familiar, además, critica la realidad del país, fijando posición en contra de la violencia y las injusticias.
“Como decía Lucian Freud: ‘pinto lo que conozco?’. Yo pinto mi realidad, lo que me duele, lo que admiro, lo que conozco, pero llevándolo a mi país, porque como decía Armando Reverón: Quiero que me conozcan como soy”, expresa.
Además, considera que “todo artista debe tener una voz”, incluso en temas políticos, porque “los artistas también votan”. De hecho, para el momento de la entrevista usaba zarcillos con el rostro de Henrique Capriles Randoski.
Para Elisa “se debe sentir, amar”, pues “es el cerebro y el corazón” de lo que se hace. “Es bueno que se estudien las técnicas, pero cuando uno se va lanzando libre, pinta con lo que quiera, lo que quiere, y donde quiera”, agrega.
Esta pintora es todo un personaje. Hay quienes la llaman “la Malula del arte” y la “Frida Khalo criolla”, por su forma de vestir, pero “eso no me fastidia un poco”, aunque ciertamente le gusta mucho esta artista mexicana, y hace poco Leonardo Rojas, la fotografió vestida como ella.
Nació en Caracas, y trabajó 5 años en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), cuando era dirigido por Sofía Imber. Estudió pintura y escultura en la Escuela de Arte Federico Brandt. Hizo cursos con Pedro León Zapata, Antonio Lazo, Harry Abend y Gerardo Ruiz, de pintura, dibujo, talla en madera y grabado, respectivamente. También vivió en Brasil, donde se hizo miembro honorario de la Associaçao Brasileira De Desenho e Artes Visuais, en 2008.
Sin embargo, el arte no fue siempre su primera opción. “Quería estudiar medicina -cuenta- y mientras esperaba el cupo en la UC, me puse a estudiar inglés y me metí en la brigada de la Cruz Roja”. Pero el cupo no llegó, así que se hizo pintora influenciada por el expresionismo alemán, desarrollando un estilo que han catalogado como “expresionismo exótico”.
No participa en salones, “porque no me interesa”, y ha dicho que “mi país es un dolor y un gozo”. Ha pintado al Dr. José Gregorio Hernández con trajes estampados, guiñando un ojo o con los brazos alzados y sonriendo, tras haber hecho el milagro; a su mamá en ropa interior, y a sus perros “Winston Churchill” y “Margarita del Valle”.
Sus trabajos se pueden ver en el perfil Facebook “Elisa Abadí”, y elisabadi.blogspot.com.
- ¿Por qué le dicen “la Malula del arte”?
Porque me preocupa mi país. Todo artista tiene que ser testigo de su tiempo, uno tiene que tener una voz, hablar sin miedo, ser un ciudadano y ponerse en el lugar del otro. No se puede ser indiferente, y menos un artista, porque si se llenan la boca diciendo que son las personas más sensibles de universo, no pueden decir que son apolíticos.
Una de las cosas que también me inspira es la gente en los autobuses, porque es el pueblo que sufre. Me choca cuando dicen que el venezolano es un flojo, porque la verdad es que muchos se paran a las 3:00 a.m. para ir a trabajar. El venezolano es noble, pero se burlan de sus esperanzas, y eso debería ser un pecado.
- Esa postura le ha llevado a pintar personajes polémicos
Después del Dr. José Gregorio Hernández, hice una serie de retratos de gente que admiro, como Pedro León Zapata, Mario Vargas Llosa, María Teresa Castillo, Franklin Brito, María Lourdes Afiuni, y Elías Canetti. No es una serie de famosos, esas son mis influencias.
Cuando conocí el expresionismo alemán mientras trabajaba en el MAC, pensé “Dios mío, que movimiento tan interesante, tan rebelde”, porque en éste, los artistas expresaban mediante el color cosas que estaban no bien vistas, en tiempos en que los impresionistas pintaban lagos y flores, pero ellos se rebelaron.
Me dije “esto es lo que yo quiero”. Después, uno va evolucionando y creando su propio lenguaje, ahora hago una especie de “sancocho” entre el expresionismo con realismo social, ironía, trópico.
- ¿Qué pasó con el cuadro de Franklin Brito?
Ese retrato (en el que se ve a Franklin Brito como lucía al final de su huelga de hambre, y en cuyo fondo se lee: “Levántate, resplandece, la luz del Señor brilla sobre ti”) lo hice para mí, pero un día me lo llevé a una exposición para crear un poco de consciencia, y me lo compró un señor que me convenció para que se lo vendiera.
Dos semanas después, el hombre me mandó una carta que dice: “Gusto en saludarte. Te escribo porque tengo que anunciarte algo. Cuando veo el cuadro de Franklin Brito en mi casa, no puedo dejar de pensar que ese mensaje debe llegar más lejos que mi sala. Hice contacto con la familia Brito y mañana nos vamos a encontrar en Caracas para obsequiarles el cuadro. Creo que ellos son los verdaderos dueños y quería participarte mi decisión, estoy seguro que ellos, mejor que nadie, le darán un buen uso a tu obra. Espero que puedas comprender mi resolución y siento que tenía que hacértelo saber”.
- Entre sus también temas está su rechazo a la violencia e injusticia
Franklin Brito y María Afiuni son quizá los casos que más me han impactado en estos 14 años, pero por supuesto que me duelen horrible las cincuenta y tantas muertes diarias que hay en este país. Además, a mí no me gusta hacer arte panfletario sangriento, sino muy delicadamente mostrar lo que me duele, aunque en mis obras hay mucho color.
También tengo un cuadro en el que pinté a una señora llorando porque le mataron a un hijo, y le coloqué una parte del poema de Andrés Eloy Blanco, “Píntame angelitos negros”, y en la pintura “Tú no sabes quién soy yo” (en la que parece su mamá) tiene la tipografía de los autobuses, ahí hago una especie de reflexión diciéndole al Gobierno “no te metas con el pueblo”.
En el proyecto “Ponte en su lugar” (campaña en la que artistas y personalidades venezolanas, comparten la mitad de una fotografía con las madres que han perdido a sus hijos en manos de la delincuencia), me tocó representar a Josefina de León, a quién le mataron un hijo de 32 años.
- ¿Por qué empezó a pintar a José Gregorio Hernández?
A mí siempre me pareció muy atractiva la figura de José Gregorio Hernández, porque como todo en este país es raro, me parecía exótico ver a un santo con flux, y me puse a investigarlo hasta que empecé a creer en él, aunque soy judía y nosotros no podemos creer en imágenes. Además, como siempre he sentido amor a la medicina, me identifiqué con él, porque era un médico de verdad.
En esas investigaciones descubrí que al hombre le gustaba vestirse de colores, bailar, tocar piano, y tenía un carácter de los mil demonios, le formaba unos líos horrorosos a sus alumnos. Entonces, pensé: “Esto es una maravilla, voy a hacer mis propios José Gregorio”, porque era un hombre lleno de vida, dio tanta vida e hizo tantos milagros, así que me dije “por qué hay que verlo tan triste como en las estampitas”.
Claro que es atrevido (la propuesta), pero yo soy así, nunca le he parado a nadie, y creo que mientras uno va envejeciendo, más seguro se está de sí mismo, y no te importa lo que digan de ti. Pero ya no los estoy pintando, porque creo que un artista debe evolucionar.
- También es “atrevida” la manera como pinta a su mamá en ropa interior, comente.
Mi mamá se llama Helena, es una señora muy seria, una intelectual absoluta, estudió filosofía en la UCV, es mi compañera, mi pana, un ser humano ejemplar, y mi inspiración, entonces pensé “por qué no hacerle un homenaje”.
Pero me dejó de hablar cuatro días cuando la pinté por primera vez, sentada en un mueble naranja en ropa interior. Antes me dijo: “Cómo es posible que tú me pintes así, si yo estoy en el ocaso de la vida”. Le dije: “Mamá, cómo voy a pintar girasoles si mi realidad es ésta”.
“Como decía Lucian Freud: ‘pinto lo que conozco?’. Yo pinto mi realidad, lo que me duele, lo que admiro, lo que conozco, pero llevándolo a mi país, porque como decía Armando Reverón: Quiero que me conozcan como soy”, expresa.
Además, considera que “todo artista debe tener una voz”, incluso en temas políticos, porque “los artistas también votan”. De hecho, para el momento de la entrevista usaba zarcillos con el rostro de Henrique Capriles Randoski.
Para Elisa “se debe sentir, amar”, pues “es el cerebro y el corazón” de lo que se hace. “Es bueno que se estudien las técnicas, pero cuando uno se va lanzando libre, pinta con lo que quiera, lo que quiere, y donde quiera”, agrega.
Esta pintora es todo un personaje. Hay quienes la llaman “la Malula del arte” y la “Frida Khalo criolla”, por su forma de vestir, pero “eso no me fastidia un poco”, aunque ciertamente le gusta mucho esta artista mexicana, y hace poco Leonardo Rojas, la fotografió vestida como ella.
Nació en Caracas, y trabajó 5 años en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), cuando era dirigido por Sofía Imber. Estudió pintura y escultura en la Escuela de Arte Federico Brandt. Hizo cursos con Pedro León Zapata, Antonio Lazo, Harry Abend y Gerardo Ruiz, de pintura, dibujo, talla en madera y grabado, respectivamente. También vivió en Brasil, donde se hizo miembro honorario de la Associaçao Brasileira De Desenho e Artes Visuais, en 2008.
Sin embargo, el arte no fue siempre su primera opción. “Quería estudiar medicina -cuenta- y mientras esperaba el cupo en la UC, me puse a estudiar inglés y me metí en la brigada de la Cruz Roja”. Pero el cupo no llegó, así que se hizo pintora influenciada por el expresionismo alemán, desarrollando un estilo que han catalogado como “expresionismo exótico”.
No participa en salones, “porque no me interesa”, y ha dicho que “mi país es un dolor y un gozo”. Ha pintado al Dr. José Gregorio Hernández con trajes estampados, guiñando un ojo o con los brazos alzados y sonriendo, tras haber hecho el milagro; a su mamá en ropa interior, y a sus perros “Winston Churchill” y “Margarita del Valle”.
Sus trabajos se pueden ver en el perfil Facebook “Elisa Abadí”, y elisabadi.blogspot.com.
- ¿Por qué le dicen “la Malula del arte”?
Porque me preocupa mi país. Todo artista tiene que ser testigo de su tiempo, uno tiene que tener una voz, hablar sin miedo, ser un ciudadano y ponerse en el lugar del otro. No se puede ser indiferente, y menos un artista, porque si se llenan la boca diciendo que son las personas más sensibles de universo, no pueden decir que son apolíticos.
Una de las cosas que también me inspira es la gente en los autobuses, porque es el pueblo que sufre. Me choca cuando dicen que el venezolano es un flojo, porque la verdad es que muchos se paran a las 3:00 a.m. para ir a trabajar. El venezolano es noble, pero se burlan de sus esperanzas, y eso debería ser un pecado.
- Esa postura le ha llevado a pintar personajes polémicos
Después del Dr. José Gregorio Hernández, hice una serie de retratos de gente que admiro, como Pedro León Zapata, Mario Vargas Llosa, María Teresa Castillo, Franklin Brito, María Lourdes Afiuni, y Elías Canetti. No es una serie de famosos, esas son mis influencias.
Cuando conocí el expresionismo alemán mientras trabajaba en el MAC, pensé “Dios mío, que movimiento tan interesante, tan rebelde”, porque en éste, los artistas expresaban mediante el color cosas que estaban no bien vistas, en tiempos en que los impresionistas pintaban lagos y flores, pero ellos se rebelaron.
Me dije “esto es lo que yo quiero”. Después, uno va evolucionando y creando su propio lenguaje, ahora hago una especie de “sancocho” entre el expresionismo con realismo social, ironía, trópico.
- ¿Qué pasó con el cuadro de Franklin Brito?
Ese retrato (en el que se ve a Franklin Brito como lucía al final de su huelga de hambre, y en cuyo fondo se lee: “Levántate, resplandece, la luz del Señor brilla sobre ti”) lo hice para mí, pero un día me lo llevé a una exposición para crear un poco de consciencia, y me lo compró un señor que me convenció para que se lo vendiera.
Dos semanas después, el hombre me mandó una carta que dice: “Gusto en saludarte. Te escribo porque tengo que anunciarte algo. Cuando veo el cuadro de Franklin Brito en mi casa, no puedo dejar de pensar que ese mensaje debe llegar más lejos que mi sala. Hice contacto con la familia Brito y mañana nos vamos a encontrar en Caracas para obsequiarles el cuadro. Creo que ellos son los verdaderos dueños y quería participarte mi decisión, estoy seguro que ellos, mejor que nadie, le darán un buen uso a tu obra. Espero que puedas comprender mi resolución y siento que tenía que hacértelo saber”.
- Entre sus también temas está su rechazo a la violencia e injusticia
Franklin Brito y María Afiuni son quizá los casos que más me han impactado en estos 14 años, pero por supuesto que me duelen horrible las cincuenta y tantas muertes diarias que hay en este país. Además, a mí no me gusta hacer arte panfletario sangriento, sino muy delicadamente mostrar lo que me duele, aunque en mis obras hay mucho color.
También tengo un cuadro en el que pinté a una señora llorando porque le mataron a un hijo, y le coloqué una parte del poema de Andrés Eloy Blanco, “Píntame angelitos negros”, y en la pintura “Tú no sabes quién soy yo” (en la que parece su mamá) tiene la tipografía de los autobuses, ahí hago una especie de reflexión diciéndole al Gobierno “no te metas con el pueblo”.
En el proyecto “Ponte en su lugar” (campaña en la que artistas y personalidades venezolanas, comparten la mitad de una fotografía con las madres que han perdido a sus hijos en manos de la delincuencia), me tocó representar a Josefina de León, a quién le mataron un hijo de 32 años.
- ¿Por qué empezó a pintar a José Gregorio Hernández?
A mí siempre me pareció muy atractiva la figura de José Gregorio Hernández, porque como todo en este país es raro, me parecía exótico ver a un santo con flux, y me puse a investigarlo hasta que empecé a creer en él, aunque soy judía y nosotros no podemos creer en imágenes. Además, como siempre he sentido amor a la medicina, me identifiqué con él, porque era un médico de verdad.
En esas investigaciones descubrí que al hombre le gustaba vestirse de colores, bailar, tocar piano, y tenía un carácter de los mil demonios, le formaba unos líos horrorosos a sus alumnos. Entonces, pensé: “Esto es una maravilla, voy a hacer mis propios José Gregorio”, porque era un hombre lleno de vida, dio tanta vida e hizo tantos milagros, así que me dije “por qué hay que verlo tan triste como en las estampitas”.
Claro que es atrevido (la propuesta), pero yo soy así, nunca le he parado a nadie, y creo que mientras uno va envejeciendo, más seguro se está de sí mismo, y no te importa lo que digan de ti. Pero ya no los estoy pintando, porque creo que un artista debe evolucionar.
- También es “atrevida” la manera como pinta a su mamá en ropa interior, comente.
Mi mamá se llama Helena, es una señora muy seria, una intelectual absoluta, estudió filosofía en la UCV, es mi compañera, mi pana, un ser humano ejemplar, y mi inspiración, entonces pensé “por qué no hacerle un homenaje”.
Pero me dejó de hablar cuatro días cuando la pinté por primera vez, sentada en un mueble naranja en ropa interior. Antes me dijo: “Cómo es posible que tú me pintes así, si yo estoy en el ocaso de la vida”. Le dije: “Mamá, cómo voy a pintar girasoles si mi realidad es ésta”.
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