Prensa y otras cosas





NO TENGO PALABRAS PARA AGRADECERLE A BONY SIMONOVIS POR HABERME HECHO CUMPLIR ESTE SUEÑITO


ENTREVISTA CON CÉSAR MIGUEL RONDÓN CIRCUITO EXITOS 99.9 FM 
CARACAS 21 DE ABRIL DE 2014






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A Calzón Quitao - Confesiones en Policromía: ¡A mí no me cae nunca bien nadie!

Wilmer suarez | A Calzon Quitao

¿Qué más satisfacciones puede tener uno en la vida que lo que uno haga tenga voz y esa voz sea escuchada y los mensajes multiplicados hasta llegar a los más altos? No tengo palabras para agradecerle a  Bony Pertiñez de Simonovis que me haya dado la fuerza para seguir luchando por la justicia y la verdad de la única forma en la que puedo hacerlo;  con mis pinceles.  Son reflexiones que  se leen en su cuenta de Twitter.
Elisa es irreverente, está más allá del bien y del mal, pero sabe lo que quiere y a dónde quiere llegar. Ella es frenesí….
La simpleza de la vida se reduce en una cerveza bien fría, un buen Club House con full papitas y el amor de sus mascotas, Wiston y Celia.
Pocas veces dedicó toda mi columna a un personaje. Generalmente nunca lo hago, pero hoy nobleza obliga. Ello sucede cuando conoces a alguien excepcional, que hace de la simpleza de las cosas, una razón para vivir cada día con más intensidad.
Sus ojos son tan intensos y azules como el mar Caribe, que uno se pierde en esa inmensidad, como si estuviera hipnotizado.  De lejos parece una muñeca, de esas que a los niños les encantan, porque no son de plástico y parecen reales. Así es Elisa Abadí, artista plástico, bautizada como la pintora de José Gregorio Hernández, y autora entre múltiples obras, de la más emblemática y carismática, como es su libro, ¨ Los Venerables¨, en homenaje al Siervo de Dios.
El Papa Francisco, recientemente recibió la obra de esta artista Venezolana de descendencia Judía,  un multicromático Venerable, que ahora reposa en el Vaticano, y con toda humildad no sabríamos decir quien está más complacido, si su Santidad Francisco o Elisa Abadí, por aquello del Crisol de razas y credos, lo cierto del caso es que José Gregorio Hernández, ya está en el Vaticano y entró por la puerta grande, de la mano del Papa Francisco y con la inspiración de esta artista venezolana.
Elisa Abadí: La pintora de José Gregorio Hernández
Elisa Abadí: La pintora de José Gregorio Hernández
La Otra Cara De Elisa:
Aunque pareciera el titulo de una novela, no resulta ser así. Elisa Abadí, tiene otra cara, diferente a la de artista. Decimos cara, por no llamar faceta, ya que ella no la oculta para nada y la Redes Sociales, son la más fehaciente prueba de ello. Elisa es una ardua defensora de Los Derechos Humanos.
Carlos Ochoa en su Blog dice de Elisa  lo siguiente: “a través de su arte mantiene una defensa de los derechos humanos y de los animales, sus causas que también son las nuestras están presentes en su obra. El retrato de Franklin Brito y la jueza Afiuni recorrieron la red y sirvieron para que muchos conocieran y se solidarizaran con sus reclamos de justicia¨.
En el caso de Simonovis la artista ha pintado una serie con la imagen de José Gregorio y unos globos de dialogo, que son los espacios donde los personajes de los comics hablan, exigiendo la liberación inmediata del comisario por razones de salud.
El manejo icónico del personaje de José Gregorio con los globos de dialogo exigiendo la liberación de Simonovis, es más contundente que cualquier afiche, cartel, valla o lo que sea que se haya hecho, apunta y dispara certeramente su mensaje al centro de la emocionalidad religiosa popular  venezolana.
Frenesí no es solo un bolero:
Miriam Perales Fuentes, artista plástico, manifiesta onda emoción al hablar de la obra de Elisa y lo hace desde lo profundo y sin tapujos.  Frenesí, se llama la primera muestra individual de Elisa Abadi en BULLA JARRAS Y TAPAS en el Viñedo Valencia. Sus obras, realizadas mayormente sobre -en palabras de la artista- “lo que otros desechan”, es decir soportes no convencionales, hablan de su conciencia ambiental pero sobre todo social.
Con fina ironía, Abadí plantea o más bien replantea imágenes, específicamente, personajes de nuestra cotidianidad comercial y sobre todo consumista. En pleno acto de irreverencia, tal como hacen los humoristas, Abadi contraataca a esas imágenes con el mismo irrespeto que el diseño publicitario nos trata y, por esa vía su trabajo podría decirse que no se agotará por largo tiempo.
Paralelamente, Elisa incorpora en sus trabajos su vida intima con el mismo toque, la imagen de su madre, de sus perros y ella misma son igualmente ironizados pero con una ternura que revela amor, más que amor. En todo caso, todos formamos parte del mismo teatro: la vida: Usamos disfraces cotidianos para sobrevivir a un mundo igualmente tragi-cómico; así, se reafirma lo que parece ser la propuesta de la artista: Elisa se hace personaje como parte de un performance andante. Sin caer en poses de mala actriz, se vale de vestuario, maquillaje y peinados para personificar en ella, a través de los estereotipos lo que representa en sus cuadros y eso, es más que amor, Frenesí…
-¿Dios, existe?
 -  Claro que existe sin él no hubiese tenido fuerzas para seguir adelante.
- ¿Que es para ti la vida?
Tratar de estar tranquilo, disfrutar de pequeñas cosas, tener Libertad, ser consecuente con lo que se dice, se piensa y se hace y siempre ponerse en el lugar de los demás.
-¿La Musa, a que hora se despierta y a que hora duerme?
Hay que tener un estado especial para poder crear, nunca avisa cuando llega, pero hay que aprovechar ese pequeño momento para pintar en ese instante, si uno lo deja ir, solo queda esperar a que vuelva, jamás hay que obligarse a crear, nunca sale nada bueno de algo obligado.

- ¿Porque el icono de José Gregorio?
Porque es el médico de los pobres y siempre quise estudiar medicina para darle una segunda oportunidad a otros.
- ¿Existe la Libertad?
Si existe, pero tenemos que luchar cada día por ella no podemos esperar que otros la busquen por nosotros.
- ¿Si volvieras a nacer que escogerías ser?
 -  Médico
Su trabajo de cinco años en el Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber, son una huella imborrable de su lo que es su trayectoria.
Wilmer suarez | A Calzon Quitao

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El Nacional Revista Eme jueves 15 de agosto de 2013
Mil gracias a Adriana Terán y su equipo por esta nota de mi librito
 

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SEIS REGALOS PARA EL MAESTRO

El UNIVERSALdomingo 4 de agosto de 2013  12:00 AM

Laureano Márquez Humorista

Un regalo Simón Simón anda de cumpleaños y muchas velitas sopla, por eso yo le regalo mi cariño en 4 coplas

Eres encuentro y consenso que a Venezuela enaltece. Tu legado no escasea porque a todos abastece.

Si yo fuera diputado, el talento te lo allano para llevar por el mundo nuestro ser y nuestro llano. Simón, hermano y amigo, cantor de ordeño y rebaños, con todo el amor del alma que tengas lindo cumpleaños.

María Teresa Chacín Cantante

"Quisiera que, por un tiempo, por un ratico, unos minutos, él pudiera escuchar todo el legado que ha dejado con su música. Yo le pido a Dios que le conceda el tiempo para que vea todos los homenajes que le hemos hecho. Que pueda salir a disfrutar del cariño tan grande que le tenemos en toda Venezuela. Ese es mi deseo, mi regalo", dice la ganadora de un Grammy Latino, quien compartió tarima con el "Tío Simón", y quien dice haber sido testigo de cómo se compuso Corral de ordeño. "Cuando cumplí 25 años de carrera, vino a mi casa y me dijo que me iba a dedicar una canción. Se sentó y empezó a juntar frases. De ahí salió ese tema", recuerda.

Willy McKey Escritor

McKey no optó por un minicuento o un poema como regalo para el maestro. Él prefirió juntar en un párrafo varios deseos: "Le envolvería en papel de colores el nombre de alguna figura que se atreva a demostrar que en el rating también caben la calidad y la inocencia, para que no cargue encima ese peso de ser tío único. Me gustaría regalarle la posibilidad de volver a ver proyectos culturales buenos y masivos, como los que él en algún momento pudo llevar a cabo. Devolverle la oportunidad de encender la televisión y encontrar que el entretenimiento y la cultura vuelven a estar en prime-time, y que ya no estamos peleados con la inteligencia".

Reynaldo Armas Cantautor

El intérprete de música llanera dice que tendría que sentarse por horas, quizás días, para dedicarle un verso a Simón Díaz. "Él tiene mucha historia, así que es imposible resumir en unos versos o unas palabras lo que él significa", alega. Así que él prefiere regalarle un abrazo "cargado del llano, cargado de música, de costumbres y tradiciones. Un abrazo lleno de bendiciones", agrega como si recitara una copla. Y una fiesta de cumpleaños sería otro de los presentes. "Una fiesta como las que hacíamos cuando trabajábamos en el programa El camaleón y celebrábamos en un día los cumpleaños de "Graterolacho", María Teresa Chacín, el de Simón y el mío".

Elisa Abadi Artista Plástico

Abadi pintó a Simón Díaz hace menos de dos años. Su cuadro del compositor y cantante se exhibió en Al arte le dan sabana (Los Galpones, febrero 2012), una exposición en la que varios artistas le rindieron homenaje al Tío. Ella optó por dibujarlo sobre una madera en forma de vaca y mariposa. Sonriente, con un cuatro en mano y varios niños alrededor. Pero esa no es la pintura que ella le obsequiaría por sus 85 años: "Le daría un país nuevo, pintado con todos los colores del mundo, pero sin rojo. Le regalaría un país con libertad y valores. Y esa libertad se la pintaría con una sabana grande, verde, hermosa. Una sabana abierta y con un cielo bien grandote", dice.

Chelique Sarabia Cantautor

"Eres llano, yo soy mar/ Pero los dos somos ríos/ somos hermanos del alma/ Vividos desde otros tiempos/ somos la misma canción/ Somos amigos por siempre", es un pequeño verso que recuerda haberle dedicado Sarabia al autor de Mi querencia en un libro de la Fundación Polar, y que ahora recita para celebrar los venideros 85. Pero el compositor del himno de la ciudad de Caracas insiste en que el mejor obsequio que se le puede dar a Simón Díaz no es un verso, un poema o una pintura. No. "El mejor regalo es que Venezuela rece por él para que siga sembrando venezolanidad y sentido de pertenencia a nuestro país, que tanto lo necesita", apunta.

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El Nacional 
Caracas Lunes 3 de junio de 2013


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55 artistas venezolanos diseccionan la tecnología

"El arte es emoción" inaugura mañana en el Centro de Arte Los Galpones

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CORTESÍA
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JESSICA MORÓN |  EL UNIVERSAL
sábado 1 de junio de 2013  12:00 AM
Walkmans, audífonos, laptops, radios y televisores son algunos de los aparatos electrónicos de los que se valieron 55 creadores nacionales para elaborar una pieza que será subastada a beneficio de Senos Ayuda.

¿La temática? Libre. "Armando Ruiz, por ejemplo, se apropió de una cámara de video para propiciar una alerta sobre la violencia. Pero, a Carlos Zerpa le interesó crear una joya a partir de un dispositivo de juegos (el PSP)", describe el curador de la muestra El arte es emoción, Alberto Asprino.

No podía faltar la computadora, "que Carolina Vollmer, diseccionó y transformó en una pintura. Hay también un escorpión, que Juan Alejandro Vega creó a partir de una filmadora. y hasta unos lentes 3D que fue lo que inspiró a Ricardo Benaim para elaborar una suerte de máscara, mientras que Ramsés Larzábal usó algunos controles remotos para hacer un retrato ensamblado", comenta el especialista al tiempo que revela que hubo otros artistas que encontraron su inspiración en el cáncer de mama.

"Elisa Abadí hizo un retrato sobre una mamografía para expresar la connotación física de esta enfermedad en la paciente", agrega Asprino mientras aclara que "este proyecto conjuga arte, reciclaje y tecnología orientadas a un fin social. Es una exposición donde el arte no tiene una presencia como vínculo social, desde lo efímero, sino que asienta lecturas artísticas que se conectan con las realidades de país".

La exhibición que inaugura mañana en el Centro de Arte Los Galpones, se lleva a cabo a propósito del 40 aniversario de Sony, que donó algunos de sus equipos en desuso, para lo cual ideó una campaña de reciclaje. "Y así los artistas se unieron a esta noble causa que evoca la memoria colectiva y documenta el desarrollo de una sociedad", concluye.

jmoron@eluniversal.com

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En el marco de su 40 aniversario, Sony de Venezuela en alianza con SenosAyuda, ha llevado a cabo el proyecto “El Arte es Emoción”, cuyo objetivo persigue conjugar arte, reciclaje y tecnología a beneficio de dicha Fundación.

El arte es Emoción: exposición y subasta, ofrece más de 60 equipos Sony intervenidos por artistas consagrados y emergentes quienes, bajo el uso de diversas técnicas, hicieron de artículos en desuso obras de artes con el objetivo de apoyar la incansable labor de SenosAyuda. La cual se efecturà en el Centro de arte los Galpones de los Chorros del 2 al 8 de Junio en el salón G-17.

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GRACIAS INDIRA ROJAS POR ESTA NOTA DIARIO 2001 
POR EL DÍA DEL ARTISTA PLÁSTICO MAYO 2013



Qué mejor sitio para esta pintura? Gracias Mariaelisa Peñuela por darme esta inmensa alegría

Subasta de artistas latinoamericanos para la Fundación Ronald Mac Donalds Miami, Florida 2012.


Entrevista de Daniela Chirinos para Confabulario Notitarde octubre 2012


Nota de El Nacional sobre la Subasta de El Arte al Rescate Fundación de Artistas protectores de animales

 Nota de El Nacional sobre la Subasta de El Arte al Rescate Fundación de Artistas protectores de animales



 Caricatura de Zapata sobre la Subasta de El Arte al Rescate Fundación de Artistas protectores de animales

Revista de turismo 360
Diario Notitarde, Valencia, Edo. Carabobo Revista Letra Inversa 8 de julio de 2012

Todo en Domingo, El Nacional 8 de julio de 2012


                   El Nacional, Todo en Domingo 13- 11- 11



VENERABLE EN MÉRIDA C.C.

                  VENERABLE EN CASA DE UNA ARTISTA C.U.
                                                           

APARECIDO EN FILUC 2011

VENERABLES EN CASA DE UN ESCRITOR F.S.
                                                  ENTREVISTA EXITOS 99.1










                                                         Foto cortesía de Lulú Castelo
                                                       Foto cortesía de Lulu Castelo

Entrevista para El Nuevo Mundo Israelita

Entrevista conducida por Andrea Hernandez. 

Elisa Abadí
“Convierto el dolor en color”



Alumna de los maestros y artistas plásticos Pedro León Zapata, Antonio Lazo, Harry Abend y Gerardo Ruiz; con dos años de pintura y escultura en el Instituto de Arte Federico Brandt; y cursos de pintura, dibujo, talla en madera y grabado en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber, donde también trabajó cinco años en la Unidad de Educación Especial Braille, esta joven artista plástica judeo-venezolana se nutre de toda la experiencia y transforma lo que recoge de su entorno, en obras de arte muy particulares. Es hija del sincretismo prácticamente desde el día que nació, el 4 de abril de 1974. Sus padres, Jacob Abadí y Helena Trías, un economista y una licenciada en filosofía, se esforzaron por darle a ella y a su hermano menor una educación con valores de integridad y respeto hacia los demás. Hija también, de la postmodernidad y cultora de una simpática irreverencia, desde su residencia de Valencia (estado Carabobo) sostuvo un diálogo vía chat con nuestra periodista Andrea Hernández, en el que repasa sus años formativos, sus inquietudes artísticas y personales y su proceso creativo.

Andrea: ¿Cómo transcurre tu niñez/juventud hasta que te das cuenta de que quieres ser artista?
Elisa: Bueno, creo que la vena artística se me metió en el Colegio, porque estudié en el Emil Friedman y desde pequeña asistía con mis padres y mi hermano a exposiciones y conciertos. Pero lo que siempre quise ser cuando fuera grande era médico.

Andrea: ¿En serio?
Elisa: Sí, me encantaba la Medicina; de hecho, algo tuve que estudiar cuando estaba en la Escuela de Arte, dibujo anatómico, y una vez fuimos a donde hacían las autopsias en la UCV para dibujar.

Andrea: ¿Y eso que no estudiaste en el colegio comunitario?
Elisa: Es porque desde chiquita me gustó la música y, como el Friedman era un colegio especializado en eso, me inscribieron allí. Pero mi hermano sí estudió en el Colegio Moral y Luces, y ahora es médico.

Andrea: ¿Cómo ha sido tu relación con tus padres?
Elisa: Mi papá nos crió para que fuésemos muy rectos, para que siempre fuéramos los mejores por ser judíos. Mi mamá nos decía que sólo quería que fuéramos felices. Así que, te podrás imaginar, ¡qué enredo! Pero ambos nos dieron valores bonitos, como la honestidad, la lealtad y el sacrificio.

Andrea: Cuéntame más de esa historia de la mezcla de culturas, de formas de pensar, ¿cómo crees que eso influyó en ti?
Elisa: Así es, una romántica y un cuadrado. ¡Uy! Influyó muchísimo… en la angustia, en ser siempre alguien “fuera de lugar”, en no sentirme nunca cómoda en ninguna parte, en no encontrar eco en nadie, en que no me gusta competir con nadie… El arte es algo muy subjetivo. Es muy simple: o gusta o no gusta. Uno no puede estar pintando a ver si se va a vender, si le puede gustar a la gente, si con esa obra uno va a ganar algún salón o un premio… Eso no es ser artista.

Andrea: ¿Y tocabas algún instrumento de niña?
Elisa: Violín. Lo estudié por siete años y hasta el sol de hoy a veces toco, pero, te voy a confesar algo… Aparte de médico, ¿sabes qué quise ser siempre? Peluquera. Le cortaba el pelo a todas las muñecas y hoy todavía le corto el pelo a varias personas, y hasta yo misma me lo corto… Soy como Zohan, ¿viste esa película? Bueno, yo soy la Zohan del arte (risas).

Andrea: Pero, de alguna manera, la música fue el inicio del arte en tu vida.
Elisa: Así es, otra pasión… Aunque, por un lado, tenía un tío pintor y mi abuelo era escultor, y el Emil Friedman es un colegio muy completo, que te va desarrollando desde temprano muchas habilidades.

Andrea: ¿Qué hiciste cuando saliste del Friedman?
Elisa: Lloré cuatro días seguidos, porque apenas estaba en segundo año de bachillerato y fue cuando trasladaron a mi papá para Valencia…

Andrea: Me imagino que no fue fácil adaptarse a la vida allá.
Elisa: Ahí empecé a sentirlo… Y cuando me gradué de bachiller y no me salió el cupo para estudiar Medicina, inventé estudiar Diseño Gráfico.

Andrea: ¿En Valencia o te viniste a Caracas?
Elisa: Ese es el invento del siglo. Empecé en Valencia, estudié tres semestres y, como estaba en una sucursal del Instituto de Diseño de Caracas, le dije a mi papá que quería estudiar Ilustración, que aquí no había y en Caracas sí.

Andrea: Eso fue una estrategia.
Elisa: Sí, la que me hizo irme a Caracas a los diecinueve años… La etapa más feliz de mi vida.

Andrea: ¿Qué fue lo más difícil de esa etapa?
Elisa: Yo no iba sola ni a casa de mis primas, no me dejaban hacer nada sola, yo ni hablaba. Y de repente, inventar irme a Caracas, a vivir sola y a estudiar Ilustración… Era una coartada, porque lo que quería era estudiar Arte en el Instituto de Arte Federico Brandt, en San Bernardino. Mi papá y mi mamá casi se matan, porque cómo era posible que la niña se fuera a vivir sola después que ni a la panadería iba sola… Eso fue “el infierno en la torre”, pero yo, feliz de la vida: estudiaba trabajaba, vivía sola, ¡era una maravilla! Entré en el Federico Brandt, donde tenían un método de enseñanza libre, te trataban como un adulto, las clases eran maravillosas, la casa era mágica; y trabajaba en la Biblioteca del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, donde conocí a mi ex esposo, un periodista que trabajaba para la Unesco. En 1999 me mudé a México, luego a Brasil… En un viaje a Perú, un 14 de febrero casualmente, él pidió el divorcio y regresé a Venezuela, a casa de mi mamá en Valencia. Eso fue en 2002 y desde entonces vivo añorando poder volver a Caracas.

Andrea: ¿Qué hacías durante esos viajes?
Elisa: Yo tenía una carta de recomendación de Sofía Imber para trabajar en el Museo de Bellas Artes de México, y eso ella no lo hace con nadie. Pero siete meses después, cuando iba a buscar trabajo, en el DF se acabó el proyecto dónde trabajaba mi ex esposo, Iberoamérica Pinta, y cómo él era peruano pero graduado en Brasil, decidió que nos íbamos a Río… Aunque fue un fiasco, porque la que trabajaba en un café, en el Consulado de Venezuela en Río, exponía y estudiaba escultura en una pequeña escuelita allá era yo, mientras él se quedaba en casa todo el día. Hasta que un día fui a Lima a renovarme la visa para seguir en Brasil y, estando en casa de mi suegra, me escribió para pedirme el divorcio. Mi única opción fue regresar, pero como mi papá tiene un carácter un poco fuerte y yo no podía ir a su casa, se me ocurrió venir a pasar el trago amargo con mi mamá, que es mi súper amiga, pero ahora no me he podido mover de aquí. Sin embargo, aquí también he trabajado de diseñadora y hasta he expuesto. También he hecho otras cosas: estudié un tiempo cocina, trabajé en una tienda de ropa y hasta fui diseñadora de franelas, que fue mi último trabajo.

Andrea: ¿Y en Caracas no tuviste exposiciones?
Elisa: Participé en una colectiva en 1998, pero no en el Museo —ojalá, dice para sí—. En el MACSI tenía un trabajo muy interesante, con invidentes. Hice la única sala Braille para invidentes en un museo en Latinoamérica y hacía los catálogos para las exposiciones temporales y permanentes. Era maravilloso ese trabajo, se aprendía muchísimo; lo que me daba dolor era ver a los niñitos ciegos, pero como se divertían tanto, a veces a uno se le olvidaba de que no podían ver… Al fin y al cabo eran niños.

Andrea: ¿Qué tal la vida como artista en el exterior?
Elisa: México me fascinaba, aunque estuve tan poco tiempo y no expuse nada allá, resultó ser una gran influencia en mi pintura. Pero en Brasil sí, expuse, gané algunos reconocimientos y hasta me metieron en un libro de la Academia de Bellas Artes Brasileras como única artista extranjera. Creo que si hubiese seguido allá no me hubiese ido mal con el arte, pero en esas condiciones de mi vida personal no podía seguir en Brasil.

Andrea: ¿Cuáles consideras que han sido las mayores influencias de tu trabajo?
Elisa: Formales: el expresionismo alemán… y que después haya adoptado esa cosa kitsch mexicana, latina, que no se sabe bien de qué país es, resulta medio ingenuo, irónico, porque algunas de las pinturas tienen un sentido del humor que no parece femenino; hay algo personal, algo biográfico; y también me voy por la parte social, retratando la tipología de la gente humilde, tan maltratada en nuestro país. Es una mezcla de todo lo que me gusta, me enternece y me apasiona. Creo que el arte es así una especie de desahogo de lo que uno tiene adentro.

Andrea: Háblame de los aspectos técnicos de tu obra. Materiales, colores… y qué significado que tiene para ti.
Elisa: Pinto al óleo sobre tablas que me encuentro en la calle con todos los colores que pueda usar. Cuando uno ya está buscando su camino en cuanto a querer tener un estilo propio, me da mucha risa como uno no le hace el más mínimo caso a lo que le enseñan formalmente en la escuela.

Andrea: ¡Oh, por Dios! ¿Y qué haces? ¿Pasas todo un día buscando las tablas en la calle?
Elisa: (risas) ¿Sabes que existe el término “recogelatas”? Pues, yo soy “recogemaderas”. Casi todo lo he conseguido en la calle, hasta las sillas que has visto en las fotos, pero unas las vendí en Caracas y otras se quedaron en Brasil.

Andrea: De todas tus obras, ¿cuál (o cuáles) ha(n) sido con la(s) que más te has conectado?
Elisa: A veces a uno no le gusta mucho lo que hace, pero hay dos que me gustan muchísimo: Chinga Su Madre (las de las pasitas) y la de Avena Quaker, que dice “Cuate”… Y cada vez que pinto a mi mamá en pantaletas (risas) y a mi perro. Una vez me dejó de hablar por pintarla así y yo le dije: “Bueno, mamá, ¿que quieres que pinte? ¿Un campo de trigo? Tengo que pintar la realidad que me rodea”.

Andrea: ¿De alguna manera sientes que tu relación con tu papá o con el judaísmo te ha influenciado a la hora de pintar?
Elisa: No sé… Tengo una pintura que es un homenaje a Chagall. Me imagino que el judaísmo influyó en el sentido del humor y la ironía, y en la culpa que todos llevamos… Porque mi papá quiere que sea pintora para tener un yate, y eso no es así. Vivir del arte en un país dónde ni siquiera valoran la vida humana… En fin, ¿qué podemos dejar para el espíritu? Ese peso es fuerte, viene de las experiencias colectivas, de cómo hemos sufrido históricamente y hemos tenido que salir del montón. Por eso siempre sabrás dónde anda un judío metido; en el cine, en las artes, en la ciencia… Pero a mí, la verdad, eso no es lo que me motiva: hay que salir adelante y punto… Somos enrollados, pero, eso sí, nadie nos quita lo bailao.

Andrea: ¿Y qué te inspira? ¿Qué cosas te motivan a agarrar lo que otro botó a la calle y convertirlo en arte?
Elisa: Bueno, como te dije, muchas cosas: las caras de la gente que se montan en los autobuses, los perros, mi mamá, que es una gran influencia en mí, los colores mexicanos, el dolor de la gente que sufre… Yo digo que convierto el dolor en color.

Andrea: Y en sentido contrario, ¿qué te restringe? ¿Qué se te atraviesa o se te hace un obstáculo?
Elisa: Creo que nada. Quizás que a veces no pueda dibujar exactamente lo que tengo en la cabeza, pero no tengo ningún tabú con respecto a ningún tema. Por otro lado, el dinero es un obstáculo: la situación de las galerías, el óleo que no se consigue, la burocracia que hay en este medio, que es grande, y eso de hacer arte en un entorno en el que no valoran la vida. También la soledad… Afecta mucho eso de no encontrar eco en otras personas. Es difícil, por eso siempre me he sentido incomprendida y fuera de lugar.

Andrea: Ya ni siquiera es que no se pueda vivir del arte, sino el simple hecho de que no sea apreciado… Es como gritar en el vacío.
Elisa: Exactamente, eso siempre ha sido terrible en este país y ahora es mundial.

Andrea: ¿No has pensado en dar clases?
Elisa: ¡No! ¡Para nada! No me gusta la mediocridad y no me siento capacitada para dar clases; además, no tengo paciencia (risas).

Andrea: Pero todavía debe quedar mucho por aprender entonces…
Elisa: Sí, aunque creo que mi verdadera escuela fue el MACSI, ahí aprendí muchísimas cosas, una experiencia de las mejores, además que yo siempre quise trabajar allí y entré, esa es otra cosa mía, siempre trato de hacer todo lo que me pasa por la cabeza.

Andrea: ¿Qué esperas para el futuro?
Elisa: ¡Irme a Caracas de nuevo es lo que mas quiero! pero no tengo los medios y no quiero vivir en casa de nadie. Nunca he vivido de pintar sino de un trabajo formal, de modo que estoy esperando una nueva oportunidad.